A finales del siglo XIX, un mal muy curioso que acechaba a la sociedad europea: la “cara de bicicleta”, una enfermedad que podía afectar especialmente a las mujeres que hacían uso de sus bicicletas para desplazarse. Pero, solo se trataba de una enfermedad ficticia que los médicos de la época se inventaron para disuadir a las mujeres de montar en bicicleta.
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